CCOO de Castilla y León | 29 marzo 2024.

  • Tradecyl

2018-08-02

José Alfonso García ha levantado en cinco meses un negocio tras quedar en paro

  • Tradecyl ha estado a su lado en la capitalización del paro y en la solicitud de ayudas

“Estoy en Tradecyl porque me han tratado muy bien y porque yo ya era afiliado a Comisiones Obreras cuando trabajaba por cuenta ajena”. José Alfonso García Trejo es pescadero. Tiene un negocio propio en el vallisoletano barrio de La Rondilla que le va “bastante bien”, pero no siempre fue así. Se ha tenido que establecer por su cuenta tras muchos años como empleado de varias pescaderías. La crisis le llevó al desempleo y, de ahí, a emprender un negocio. “Tradecyl me ayudó a capitalizar el paro y a solicitar las ayudas a las que podemos optar los autónomos” recalca.

02/08/2018.
José Alfonso García

José Alfonso García

José Alfonso es ahora un autónomo, por lo que su militancia en CCOO durante muchos años ha tenido que convertirse en asociado a la Asociación de Trabajadores Autónomos y Dependientes que CCOO Castilla y León decidió crear cuando comprobó que la situación económica empujaba a muchas personas hacia el emprendimiento tras perder su empleo. El caso de José Alfonso no es único. En estos casi 11 años de trabajo Tradecyl ha recibido a muchos compañeros y compañeras del sindicato que han tenido que transitar por este mismo camino con mayor o menor fortuna.

José Alfonso es uno de los que ha llegado al emprendimiento por obligación, pero ha logrado, en tan solo 5 meses, levantar un negocio estable. “He sido pescadero desde los 17 años” reconoce. Al llevar el negocio en la sangre no ha tenido especiales problemas para organizar su nueva pescadería. Bueno, si, “el problema ha sido el papeleo” dice. Con el asesoramiento de Tradecyl ha pedido una subvención por inicio de actividad que, con suerte, le permitirá cobrar una ayuda de hasta 4.000 euros. “Me he gastado todo el dinero que me dieron con la capitalización del paro y algo más que tenía ahorrado”, recuerda. José Alfonso tuvo que hacerse con una furgoneta isotérmica “de segunda mano, eh” y hacer reformas en el local “que se había quedado muy anticuado” a pesar de que ya era una pescadería. “Tan sólo el mármol del mostrador me costó 3.000 euros” dice de una de sus inversiones más costosas pero más gratificantes porque “ha quedado muy bonito, higiénico y fácil de limpiar”.

Los últimos han sido meses de recuperar facturas y hacer trámites que “resultan difíciles para personas como yo, sin tiempo y sin experiencia” explica José Alfonso quien, ni siquiera estaba al tanto de las subvenciones que podía pedir, hasta que le informaron “las compañeras de Tradecyl” como llama al equipo que asesora a personas autónomas dentro del sindicato.

Informarse antes de emprender

Rosa Eva Martínez, la delegada de Tradecyl, no se cansa de repetir lo importante que es asesorarse antes de emprender un negocio porque, a la hora de solicitar una subvención, no sirve cualquier factura. La Administración “solo reconoce las que superen los 100 euros”, recuerda. Además “las posibles subvenciones están dispersas en administraciones diferentes por lo que resulta un laberinto para personas poco experimentadas llegar a solicitarlas” recalca.

Quizá José Alfonso no conozca los trámites administrativos, pero es todo un experto en pescado. Lleva muchos años acudiendo a primera hora de la mañana, más bien de madrugada, al mercado central de Valladolid a escoger el producto que venderá en su tienda. “Lo hacía ya para las pescaderías en las que trabajé durante 35 años en el Mercado del Campillo” recuerda. La última le tuvo como empleado durante 11 años, “pero yo ya vi que la cosa iba mal cuando la dueña me rebajó el sueldo dos veces en un año” dice. El Mercado acusó mucho el traslado de los edificios administrativos desde el centro a la periferia, con el desplazamiento de muchos de sus clientes, así que la dueña decidió jubilarse el pasado año y le despidió.

Buen precio y buen producto

Lejos de desanimarse encontró un negocio “a mi medida” en el populoso barrio de La Rondilla y se instaló por su cuenta. José Alfonso asegura que vende “pescado de calidad”. Conoce el Mercado Central y los mayoristas le conocen. “Incluso trabajé para uno en una época de mi vida” rememora. Por eso asegura que obtiene “buen precio y buen producto”. A esto le añade una dilatada experiencia en la limpieza y envasado del pescado, “algo que ahora demandan mucho los clientes” convencidos de que es necesario congelar el pescado antes de consumirlo. “Ya no hay personas que te piden dos quilos de anchoas para limpiarlas en casa” dice José Alfonso que pasa sus pocos ratos libres destripando el pescado para poder venderlo ya limpio.

“Este oficio se terminará perdiendo” dice nostálgico José Alfonso que ha conocido todos los ángulos de la profesión en sus 35 años de trabajo. Además de vender pescado al por mayor en el Mercado Central fue empleado de varias pescaderías y llegó a establecerse por su cuenta “con poco éxito porque yo era muy joven y muy inexperto” recuerda. Y es que José Alfonso comenzó a trabajar con 17 años en la pescadería de su barrio, en las Delicias. De ahí paso a un hipermercado donde “verdaderamente aprendí el oficio porque había muy buenos profesionales”. Pero a los 5 años llegó el paro “porque me tenían que hacer fijo y prefirieron despedirme. Puesto propio en varios supermercados y más de 25 años en el Mercado del Campillo le han doctorado también en el arte de estar detrás de un mostrador. “Con el tiempo vas viendo que vendes un poco más, vas viendo caras nuevas en la pescadería y eso te va animando” dice. La pescadería se abrió en febrero y ya da para tener un sueldo, “al menos igual que el que me ofrecieron por trabajar en un supermercado donde, muchas veces, te ponen horarios imposibles con dos horas a primera hora para montar el mostrador y luego toda la tarde vendiendo”.

Esperemos que el oficio no se pierda, como vaticina este emprendedor. Él no se aventura a vender por internet “porque eso es para los jóvenes”, ni quiere grandes cuentas, “que luego te cuesta cobrar”. Le basta con sus clientes que aprecian llevarse en una bandeja, bien colocadas, las rodajas de merluza o los lomos del atún que corta, con maestría, José Alfonso. Que sea por muchos años.